jueves, 7 de julio de 2011

DEDICATORIA A LUIS

H
oy quiero confesar que ayer fui recurrente con mi falso problema: el poema y estrambote que ideé en camino a casa, el cual tenía en mente dedicarlo a don Luis de Góngora y Argote, culterano andaluz, ya lo había olvidado cuando intenté escribirlo. Así estuve pensando durante varias horas. Me sentí algo ofuscado por no embeber mi pluma mientras me vi callando por darle tiempo al tiempo. Yo sé que es mi propósito, tal vez por dejadez, el inducirla a ella a resolver mi amnesia. Cierto es, y así lo anoto, debo reconocerlo. De pronto, su voz bella:

¿Comienzas otra vez a divagar, con todo lo que tienes que decir? No rimes ni pretendas escandir, encárgamelo a mí, ya verás, Zar. Bien sabes que yo ocupo tu lugar al verte en estos trances de zurcir ideas con ideas sin suplir los hilos que te faltan enlazar. Escucha muy atento mi consejo y déjame rasgar sobre el papel los versos de un soneto para Lucho. Te ofrezco que será un poema fiel a lo que él, en su estilo algo complejo, escribió alguna vez. ¿Me sientes ducho?

Para no desairarla, respondí sin retrasos: «Ya puedes proceder». Y en tinta que la aloca, danzó mientras decía que al frente de sus pasos pusiera yo el soneto de Luis «La dulce boca», para el justo cotejo de la fidelidad por ella referida, algo como eslabones de la interpretación y más profundidad de ayuda a los lectores. Bajo esas condiciones, me remito a la letra:


LA DULCE BOCA



La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

¡amantes!, no toquéis, si queréis vida;
porque, entre un labio y otro colorado,
amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno.

¡Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen dél que incitan hora,
y sólo del Amor queda el veneno!

                          LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE




DULCE ALCOBA

                                         A Luis de Góngora

Cual bruno gas o cóctel que da vida,
¡eh!, te sorprende su tullir manado
con droga siria. ¿Quién?: rival y alado,
intrigante ejemplar, aquí soez druida.

¿Ostenta ases, misivo? ¿Quién, querida?,
¿Quien bruno o yo, protocolar letrado?
Veranos dame tú en Eros amado
con respaldo y florece, en ristre, fluida.

Orna rosa sensual que en glosa añora
flor radiosa, si queda olaje y rosas
y escrúpulo de Rea en Eros pleno.

Y mantenlas no orzadas, no tanosas
que denuncian el quiste-huésped y hora,
y no al amor del leve, quedo seno.

Gas griego doy al trueno
y cosecho mil voces tentativas.
¡Tú inténtalo también, sin evasivas!

                                                                      ZAR


DEDICATORIA A JUAN RAMÓN

Me las pasé meditando tarde y noche, todo el día, con qué texto introductorio en mi curso de Poesía podría yo presentar los nueve versos del poema «Mar ideal», de Juan Ramón. «Pero, Zar, qué tal problema —tronó la voz de mi pluma—, así puedes atrofiarme por no hacerme trabajar, ¡tal vez quieras desafiarme!». Y ella comenzó a correr sobre mi página en blanco a la vez que me decía:

Con esto, más esto al flanco salvarás la situación, y transcribe a su costado los versos de Juan Ramón. Y, como has acostumbrado, dedícalo a su memoria… Si dudas de la extensión, este poema tuyo y mío será tu interpretación. Por lo demás, no hay problema, cuando estés frente a las aulas, bien sabrás tú qué decir, sin artificios ni maulas.

A la letra me remito:


MAR IDEAL



Los dos vamos nadando
—agua de flores o de hierro—
por nuestras dobles vidas.

—Yo, por la mía y por la tuya;
tú, por la tuya y por la mía—.

De pronto, tú te ahogas en tu ola,
yo en la mía; y, sumisas,
tu ola, sensitiva, me levanta,
te levanta la mía, pensativa.

                                         Juan Ramón Jiménez
DE LA RIMA

       A Juan Ramón Jiménez

Dando volandas somos
héroes de aguerrido falo
por desbordantes visuals.

Y parlo yo a tiro y a pluma.
Y tú: patrulla apoyo, ¡rima!

Tu gesto honrado tápalo tenue,
sumisa. Y yo… en la sima.
Vastamente inútil, alevosa
en planta, la sima te veta vía.

                                                        Zar




















DEDICATORIA A FELIPE

Y
, en esta ocasión, mi pluma, juguetona como siempre, llenó mi página en blanco con versos que entenebrecen. Sin duda me vio extrañado, mas no esperó mis demandas, por cuanto era mi intención escribir unas palabras a mi amigo Rubén Cayo, y así recordar de balde nuestras noches jaraneras sazonadas con los valses de Felipe Pinglo Alva, el bardo improvisador, que guitarra y pisco en pecho nos brindaba su actuación.

¿Qué te pasa, Zar?, —me dijo— salte ya de esa mixtura de quejidos y demoras, pues la tinta se me esfuma. Usa ya mi evocación, desbrizna el texto por hilos, es algo de tu vivencia en nocturno barrioaltino junto a Rubén y a Felipe… y dedícaselo al vate, interprétalo y deduce. Además, debo informarte (por aquellos gestos tuyos al repasar las entradas del texto que yo escribía) de que tanto reiterabas: «La… noche cubre ya» como «Noche… la noche aceché» que pensé: «Aliteración mediante el dígrafo ch en hexasílabos versos, eso es lo que quiere Zar». ¿Está claro?, no más muecas ni vuelvas a susurrar.

—¿Que dé yo esa jerigonza? Así no se entenderá.
—¿Otra vez con tus reparos? Recurre a tus libros, Zar.

Opté por hacerle caso y comprobé una vez más que lo escrito por mi pluma se ajustaba a la verdad.

A la letra me remito:



HADO DE CALLE[i]

     (A Felipe Pinglo Alva)

¡Ay!, noche culebra,
buchona y realce,
echar el bayunco
y colcha ebúrnea
oyen urbe-calcha.

Belén hoy curaca,
ayer un calboche.
Chacal, reno, buey
en cachua y rebol
oyen chacra-bule.

Alache cebruno  y
cebú oyen charla,
chayar en el cubo,
al Che Rubén Cayo:
«Un eco y la brecha».

                                      Zar
(Interpretación)

LA ODA DEL CHE



¡Ay!, noche estirada, ondulante,
pacífica y plena de estrellas,
el rústico auténtico impulso
y manta de hiladas selénicas
atienden abrigo en la calle.

Bullicio es el de hoy influyente,
el lleno de ayer entre fugas.
Mamíferos       de aguas rosé
en ruedo y en rito de holguras
perciben viñedo en la fuente.

Marino en tenida al sinople
da oídos con un corcovado,
en fiesta de enjuagues a  cántaros,
al Che cordobés Rubén Cayo
en su oda «La luna y la noche».

                                                             Zar




























[i] Vocabulario (DRAE 21.a ed.):  
alache. 1. m. Pez marino malacopterigio de cuerpo semejante a la sardina con una sola aleta dorsal.
bayunco2, ca. 1. adj. Amér. Central. Rústico, grosero.
belén. […] 2. fig. y fam. Sitio en que hay mucha confusión. 3. fig. y fam. La misma confusión. […]
buchón, na. 1. adj. Dícese del palomo o paloma domésticos que se distinguen por la propiedad de inflar el buche desmesuradamente.
bule. 1. m. Méj. Calabaza, guaje. 2. Méj. Vasija hecha de este fruto, ya seco.
cachua. 1. f. Baile de los indios del Perú, Ecuador y Bolivia, suelto y zapateado, que tiene tres figuras.
calboche. 1. m. Salamanca. Olla de barro con asa y boca como las del cántaro, y agujereada toda, excepto el asiento, y usada para asar castañas.
calcha. […] 3. f. Chile. Conjunto de las ropas de vestir y cama de los trabajadores.
chayar. 1. intr. Argent. (Cuyo). Mojarse unos a otros durante el carnaval. 2. NO. Argent. Festejar el carnaval.
rebol. 1. m. Salamanca. Ruedo o refuerzo de la falda.
sinople. 1. adj. Blas. Color heráldico que en pintura se representa por el verde y en el grabado por líneas oblicuas y paralelas a una que va desde el cantón diestro del jefe al siniestro de la punta. Ú. t. c. s. m.

DEDICATORIA A DENISSE

G
ratamente impresionado por la fuerza incontrastable de los versos de Denisse me propuse así decirlo; pero el vuelco de mi pluma en desliz inexplicable, y con celo metafórico, me entregó el resultado de un influjo poderoso. «Te agradezco la intención —le expresé desconcertado— aunque sólo pretendía, como bien lo sabes tú, declarar mi admiración por la intensa poesía sin igual de Una morada tras los reinos, de Denisse; pero, aquí, tu sugerencia…».

Deja el «pero», Zar —me dijo—, en mi texto hay gratitud, mira bien, paso por paso, desmenúzalo al extremo y dedícaselo ya. Interprétalo y verás todo acorde con el fondo del poema de Denisse.

Atendí a este reclamo; mas mi pluma enmudeció.

A la letra me remito:





MORADA, TONSURA SENSORIAL

                                       (A Denisse Vega Farfán)

Mendigo reino, que pleno,
muy tuno el rubor, su afonía
sin rutas de encajado,
su cante pardo vela.

¿Y el huaco?: anhelo
soplón de lasa glosa,
enclenque pelea inquieto en mi morada,
con lóbrega hiel que me genera microbios, no miel.

Morada albergue, bullicioso mar o mente de emú,
¿qué seno mimbre,
postrado al sol alumbrador de su fe, cebas por amores
de pez rúa?

Ferino, sin un todo     poderoso,
el reino se ha deshecho, de súmmum a la Eclíptica.
Un ¡SOS!, no frío sol tras smog,
es drama del vano o una gangrena.
Tu lirio hematites es morada,
sentido da de existencia;
sus ojos, ¡oh mimón,
mi mago zulú!, la huyen.

Con qué soledad ato, lío mi gasto
en selva gen, pro ética
procaz o con dones.
Y así, o inconsecuente o escasa, preví la morada,
el reino Mab es bebé que baja al mar, paz y mente-cuaba,
morada de carne y esqueleto, un puntal nubloso.

En caso de no emprender
la gira real, aún se tiene
el reino personal, eso que ama extinta fe
de un ego a modo harén
que un vicio resuella.

                                                                                             Zar


(Interpretación)

DA AMOR SIN ATRONAR SUELOS



Humillado pido favores al poderoso, que por entero,
con su engañosa vergüenza, con su voz quebrada
sin nobles caminos fijos, de caja insaciable,
su oscuro y lamentoso discurso defiende.

¿Y su ancestro?: angurriento
traidor de ofertas hambreadoras,
enfermizo discute nervioso los salarios en mi mundo,
con tenebrosa aspereza que me infecta, que no me agrada.

Mundo mío de refugio, tempestad o mente de rayo,
¿qué matriz entretejida de engaños,
inclinada al poder autocrático, fomentas por necesidad
de trigo callejero?

Enfurecido, sin una firme convicción,
el poderoso se ha quebrado, de más a menos.
Un ¡socorro!, no inexplicable tras impurezas,
es tragedia del arrogante o corrupto.
Tu tallo rastrero oxidado es mi mundo,
que da sensación de vida;
sus retoños avizores, ¡oh gran gesticulador,
mi falso rey salvaje!, lo evaden.

Con qué orfandad relaciono, anudo mi empleo
en enmarañado origen, a favor de una moral
desvergonzada u obsequiada.
Y así, con poca o ninguna razón, anticipé mi mundo,
el dominio encantado es niñez libre, pensante con brillo,
mi mundo sensible y sólido, de base ignorada.

Si se desconfía
de la oferta del poderoso, aún se tiene
el poder personal, aquel que guarda dormida virtud
del propio yo colectivo
que a la corrupción expulsa.

                                                                                             Zar




Ya satisfecha mi pluma, dada mi interpretación, me pidió dejar constancia, puesta a seguido renglón, de las primeras estrofas del poema de Denisse. Junto al mío haré eso entonces y aquella será feliz.

A la letra me remito:


UNA MORADA TRAS LOS REINOS

ignoro lo que pende en mí
si un rayo    un búfalo muerto
o un jardín de estacas
a punto de clavarse

le huyo a la noche
al sol de los paganos
me alimento con el pan que nadie quiere
me embriago con el silencio que el hombre ignora

duermo sobre el ombligo de una acémila muerta
que es mi nombre
escarbo su pelambre aromada por desollados frutos
de pureza

no poseo un rostro definido
mi piel está hecha del cuero de muchos animales
mis órganos son los frutos
de alguna mandrágora venenosa
mi historia es el tartamudeo
de cada dios inexistente
mis ojos son humo
y humo azul mi lengua

todo canto que llega a mis oídos
se convierte en plaga
no conozco padres
soy la consecuencia de varios apareamientos
probablemente la marea que sube y baja en mi cabeza
es producto de aquel entre un salmón y una loba

no sé dónde permanecer
si en la tierra     en el agua
o en la atmósfera que tiene la expresión
de un enorme ahogado
que licua el universo

[…]
                                                  Denisse Vega Farfán

MORADA, TONSURA SENSORIAL

Mendigo reino, que pleno,
muy tuno el rubor, su afonía
sin rutas de encajado,
su cante pardo vela.

¿Y el huaco?: anhelo
soplón de lasa glosa,
enclenque pelea inquieto en mi morada,
con lóbrega hiel que me genera microbios, no miel.

Morada albergue, bullicioso mar o mente de emú,
¿qué seno mimbre,
postrado al sol alumbrador de su fe, cebas por amores
de pez rúa?

Ferino, sin un todo     poderoso,
el reino se ha deshecho, de súmmum a la Eclíptica.
Un ¡SOS!, no frío sol tras smog,
es drama del vano o una gangrena.
Tu lirio hematites es morada,
sentido da de existencia;
sus ojos, ¡oh mimón,
mi mago zulú!, la huyen.

Con qué soledad ato, lío mi gasto
en selva gen, pro ética
procaz o con dones.
Y así, o inconsecuente o escasa, preví la morada,
el reino Mab es bebé que baja al mar, paz y mente-cuaba,
morada de carne y esqueleto, un puntal nubloso.

En caso de no emprender
la gira real, aún se tiene
el reino personal, eso que ama extinta fe
de un ego a modo harén
que un vicio resuella.


                                                                ZAR



jueves, 30 de junio de 2011

TODOS VUELVEN...

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

(De: Poemas humanos)
1     Me moriré en París con aguacero,
2     un día del cual tengo ya el recuerdo.
3     Me moriré en París –y no me corro–
4     tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

5     Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
6     estos versos, los húmeros me he puesto
7     a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
8     con todo mi camino, a verme solo.

 9     César Vallejo ha muerto, le pegaban
10     todos sin que él les haga nada;
11     le daban duro con un palo y duro

12     también con una soga; son testigos
13     los días jueves y los huesos húmeros,
14     la soledad, la lluvia, los caminos...

                                                                 César Vallejo

C
ésar Miró, en el Prólogo de Poesías completas de Vallejo[i], censuró la discordancia de tiempo entre los verbos que he subrayado en los versos 9 y 10, (pegaban = pretérito imperfecto del indicativo y haga = presente del subjuntivo). Pero, ¿olvidaba acaso Miró que los tiempos verbales no son estáticos y que la concordancia entre ellos en la oración compuesta se da según los momentos en que ocurren las acciones de cada verbo y el momento en que se habla o narra? Es más, en el caso de este bello y misterioso soneto de rima asonante, Vallejo introduce otra relación temporal reflejada en su sueño premonitorio («Me moriré... / un día del cual tengo ya el recuerdo»), lo que le permite, en lo que a concordancia de tiempos verbales de una oración compuesta se refiere, romper magistralmente con todos los cánones sintácticos existentes. De ello, de esa genialidad imaginativa, surgen una gran variedad de nuevas concordancias sintácticas válidas que aquí sería ocioso comentar por extensas, salvo citar unos ejemplos suficientes.

No obstante, qué hubiera dicho Miró si Vallejo hubiese escrito:

... le pegaban / todos sin que [ahora] él les haga nada

Es decir, una elipsis, probablemente usada por el poeta a costa de forzar el verso N.º 10 a eneasílabo (¿vanguardismo?) y oscurecer (para los despistados) la interpretación del poema. Y si eso no es suficiente, veámoslo más expresamente en relación con los versos 1, 2, 4 y 5, con el contexto, solo para aclarar la idea:

... le pegaban / todos [aquel jueves] sin que [ahora, este jueves,] él les haga nada

Una lectura ligera –de a pie– del soneto podría llevar al lector a pensar que Vallejo quería referirse a una de las acciones siguientes, desarrolladas en distintos momentos circunstanciales:

1.ª significación, descartada (Le pegaban sin haberles dado motivo):

... le pegaban / todos sin que él les hubiese hecho nada

2.ª significación, aquí negada; la de Miró (Le pegaban sin que él respondiera inmediatamente):

... le pegaban / todos sin que él les hiciera nada

3.ª significación, descartada (Le pegaban sin que él responda de ahora en lo futuro):

... le pegaban / todos sin que él les haya de hacer nada          

Asumir que el poeta quiso significar lo anotado en una de estas tres opciones, no lo escrito en su soneto (con un «haga» PRESENTE de acción posterior), sería atribuirle desconocimiento de reglas que él no sólo conocía bien sino que dominaba... e innovaba.

«…con toda la razón, con toda la sinrazón, es decir, con toda la poesía»[ii].

ZAR


[i] Ed. Losada, Buenos Aires, 1949
[ii] Pablo Neruda. Confieso que he vivido, 1973

viernes, 24 de junio de 2011

CÁLCULO MENTAL


S
í —dejemos de lado el escepticismo—, usted puede llegar a realizar operaciones aritméticas, con números de gran cantidad de cifras, sin hacer las convencionales anotaciones intermedias aprendidas en la instrucción primaria. No se requiere para ello ser matemático ni poseer una memoria privilegiada. Es suficiente conocer la tabla de multiplicar, hasta el 9 inclusive, y seguir las instrucciones dadas en los siguientes capítulos. También, por supuesto, armarse de voluntad, orden y constancia.

 voluntad orden constancia

Guardar y retener información en la memoria, así como recuperarla después, son actos cotidianos que realizamos sin mayor esfuerzo, aunque para ello los sutiles procesos bioquímicos desencadenados en nuestro cerebro sean en extremo complicados. Sin embargo, la mente humana tiene ciertos límites en su capacidad para memorizar. Por diversas causas, la amplitud de esas barreras no es la misma para todas las personas; no obstante, los rangos de disimilitud, dentro de un mismo entorno socio-cultural, son menos perceptibles.

Cuántas veces nos habremos asombrado de ver cómo algunas personas memorizan con suma facilidad: un orador que desliza sus ideas «improvisadas» con claridad impresionante; un ajedrecista enfrentado en partidas simultáneas con una veintena de competidores; un pianista que, sin partitura a la vista, ejecuta extensas obras de alto grado de dificultad; un calculista cuyas exhibiciones matemáticas instantáneas nos deslumbran por la prontitud y exactitud de sus cálculos ¿Tienen acaso estas personas una mente superdotada? Para facilitar la respuesta formulemos la pregunta sin términos superlativos absolutos: ¿Tienen acaso estas personas particulares condiciones o cualidades para hacer algo por sobre lo normal? Sí: pero esa excelencia es lograda, por lo general, con un constante refuerzo de la memoria natural. Todos poseemos una memoria natural hereditaria, genética, mejor dotada en unos que en otros.

Ese es el punto de partida. Su ampliación está supeditada a ciclos recurrentes de observación o de aprendizaje, o de ambos a la vez; en otras palabras, a un entrenamiento léxico. Esto quiere decir que la persona no nace con los discursos ni con la Teoría de las casillas conjugadas ni con la Quinta sinfonía ni con el producto de 9 738 por 6 625 en la mente, esto es, se aprenden. Sin embargo, siendo razonable afirmar que la persona que nació con una memoria natural menos dotada requerirá de un mayor esfuerzo para ampliarla, eso no quiere decir que no pueda superar a la que nació más favorecida.

Siendo así, la clave para llegar a la excelencia consistiría entonces en el interés puesto en la observación y práctica recurrentes durante la etapa de aprendizaje. Pero, dejemos de lado las referencias a la oratoria, el ajedrez y la música, y quedémonos con el cálculo aritmético, objeto de esta publicación.

práctica recurrente

Asumamos que la «memoria natural» es aquella que permite que las cosas conocidas fluyan fácilmente en la mente sin mayor esfuerzo. A cualquier recurso externo de que nos valgamos para memorizar cosas desconocidas o no poseídas ya por la «memoria natural» llamémoslo, por contraposición, «memoria artificial».

Como aquí trataremos de operaciones con números, qué mejor «memoria artificial» podemos usar si no son los dedos de las manos. Contar con los dedos, pues, es el primer recurso de que nos valdremos para realizar cálculos mentales. ¿Recurso infantil? ¡Ah!, ¡cuántos usos infantiles hemos dejado de lado por ser «solo» eso, infantiles! Rescatemos el vocablo de su acepción limitativa, por no decir peyorativa, y valoricémoslo como es debido…, la infancia es muy sabia. ¿No sabemos acaso que un niño puede aprender los rudimentos de una lengua cualquiera mucho más rápido que un adulto? Podemos hacer la misma constatación refiriéndonos a este otro asunto: los adultos, cuando multiplicamos decimos, por ejemplo: «Cinco por nueve, cuarenta y cinco, pongo el cinco y “llevo” el cuatro», ese «llevo» quiere decir «retengo mentalmente»; y si por ahí algo nos distrae en ese momento, es posible que se nos vaya el cuatro y…, por lo tanto, a comenzar de nuevo. Sin embargo, el niño dice: «Cinco por nueve, cuarenta y cinco, pongo el cinco…», y —en un acto reflejo— estira cuatro dedos, sin esconderlos como es probable que harían algunos adultos sin reconocer la valía y licitud de ese recurso.

Reflexionemos ahora sobre lo siguiente: ¿Qué es más fácil recordar, el número 334.651.200.847 o la frase «memoria gelatinosa esférica»? No hay duda, ¿verdad?, es mucho más fácil memorizar la frase, que podemos retenerla como una imagen, tanto más cómodamente cuanto más ridícula o extravagante sea la expresión; sin embargo, para no olvidar el número tendríamos que repetirnos, vaya uno a saber cuántas veces: «Tres, tres, cuatro, seis, cinco, uno, dos, cero, cero, ocho, cuatro, siete». Pero, asombrémonos, la frase citada expresa también, con exactitud, esa cantidad millonaria. Esto lo explicaremos después. Por eso, vamos a utilizar, además de los dedos, un segundo recurso que nos ayudará a efectuar cálculos extensos, mediante la cómoda traslación de valores numéricos a alfabéticos: se trata del método herigoniano, creado en el siglo XVII por el matemático francés Pierre Herigone[1].

Tal vez ya se haya preguntado usted: «¿Y para qué me sirve el cálculo mental si mi trabajo habitual no me lo exige? Para eso dispongo de las calculadoras». Y, claro, en términos generales, aquí no recomendamos darle aquella utilización, ni siquiera en situaciones excepcionales en las cuales sólo se disponga de papel y lápiz. Su utilidad, a pesar de ello, es triple, veámoslo:

Primero, nos permite dar permanente actividad a nuestras neuronas, y así impedir su atrofia. Al respecto, los experimentos de  William Greenough[2] son citados por André Ricard[3]:

Desde el primer hombre, fue esta instrumentación práctica —instigada por el instinto e iluminada ya por una tenue llama creativa— la que permitió la vital supervivencia de la especie, mientras se desarrollaban y afinaban, paulatinamente, sus facultades intelectivas y afectivas. La adquisición de estas nuevas facultades le hicieron [sic] concebir, en justo retorno, unas posibles mejoras para ese incipiente instrumental que utilizaba y que así fue ampliándose y perfeccionándose. Estos ejercicios de reflexión e imaginación que se le planteaban, de un modo natural, en torno a problemas cotidianos, simples y concretos, fueron una suerte de «gimnasia mental» que favoreció el desarrollo de facultades reflexivas y sensitivas. Los recientes experimentos del Prof. W. Greenough con ratones de laboratorio han demostrado que el trabajo y el juego intensivo al que los sometió —al exigir un mayor ejercicio de las neuronas— les hizo ser mucho más emprendedores que sus congéneres mantenidos inactivos.

Segundo, acrecienta la confianza en nuestras decisiones de cualquier naturaleza, dado que nos acostumbra a seguir un orden lógico en nuestras acciones.

Tercero, nos ofrece la oportunidad de entretener a audiencias en reuniones de familiares y amigos, y trasmitir nuestros conocimientos a quienes se interesen en ello.

Por último, no deseamos suerte a quien decida incursionar en el fascinante mundo del cálculo mental; sino, en todo caso, le auguramos ¡éxito!

 voluntad orden constancia



práctica recurrente

***
I           MEMORIA ARTIFICIAL

Y
a hemos dicho que la memoria artificial en dedos nos ha de servir, en principio, para «llevar» cifras cuando en operaciones de suma o de multiplicación se exceda el orden de las unidades.

Memmoria artificial en dedos


Esto es más que suficiente para agilizar los cálculos en la mayoría de las veces y de los casos, pues reparemos en que con solo la mano derecha podemos significar hasta nueve unidades. Sin embargo, llegará el momento en que desearemos operar  en las sumas con mayor cantidad de sumandos, o en las multiplicaciones con factores de mayor cantidad de cifras. Pues bien, para ello disponemos de la mano izquierda, con la que, cuando la cantidad por «llevar» sobrepase las nueve unidades, podremos significar el orden de las decenas, es decir, en conjunto podremos llevar o acarrear hasta 99 unidades. Y, por si fuera poco, si nuestro entusiasmo fuera desbordante y quisiéramos hacer cálculos superiores a los acabados de nombrar, disponemos de un recurso adicional para significar el orden de las centenas, no mencionado hasta ahora porque la necesidad de su uso es muy remota. Consiste en lo siguiente:

MEMORIA ARTIFICIAL CON LENGUA EN…
1
paladar sup. izq.
6
dentadura der.
2
paladar sup. centro
7
paladar inf. izq.
3
paladar sup. der.
8
paladar inf. centro
4
dentadura izq.
9
paladar inf. der.
5
dentadura centro
0
el aire

A estas alturas conviene practicar los movimientos digitales y linguales aquí explicados hasta acostumbrarse a hacerlos de manera automática o subconsciente, aun cuando lo explicado en este capítulo le haya quedado claro. Proseguir con el aprendizaje en el siguiente capítulo sin realizar los ejercicios propuestos sería una pésima decisión. Por lo tanto, ejercite ahora su memoria artificial, con prácticas reiterativas del 1 al 999, hasta lograr seguridad, vale decir, hasta hacerlo sin vacilaciones.

ejercicios recurrentes
de memoria artificial,
del 1 al 999

¿Ya alcanzó usted un aceptable grado de seguridad en el uso de su memoria artificial? Si es así, recién estará usted en condiciones de practicar ejercicios con la operación aritmética más simple: la suma. Vamos a dividir este ejercicio en dos partes. En la primera (la que viene a continuación), se trata de familiarizarse sólo con una fase de la suma mental, con aquella que sí podrá usted utilizar en sus compromisos formales de trabajo, cuando no disponga de una calculadora o de una computadora. Y, una vez que su habilidad no deje dudas, añadiremos la parte complementaria. De esta manera, paso por paso, se facilita el aprendizaje.

Las prácticas pueden efectuarse con solamente papel, lápiz y borrador; pero esto no es recomendable, puesto que la escritura manual reiterativa conduce al tedio y, a la postre, al desánimo. Si adicionalmente se dispusiera de una calculadora de bolsillo, igual se llegaría al hastío por la incomodidad que causaría el solo hecho de tener que verificar los resultados en caso de error, ya que los sumandos no son recuperables en la calculadora.

Y bien, para lograr el mejor efecto en la primera fase de esta práctica, lo aconsejable es valerse de una hoja de cálculo EXCEL, en la que deben ajustarse las columnas como se aprecia en la siguiente imagen, dada para un ejemplo de cinco sumandos (columna A) y cálculo mental (de las columnas C a la M):



Practique, entonces, del siguiente modo:

1.   Escriba los sumandos en las columnas A1 à A5.

2.   Comience, de arriba abajo, a sumar mentalmente los dígitos del orden de las unidades. Cuando la suma exceda de 9 estire el dedo correspondiente a la contabilidad de estos excesos y mantenga en su mente sólo las unidades de dicha suma parcial, puesto que la decena la acaba de trasladar a dedos. Cuando haya procesado el último sumando, anote la suma (se supone que es un dígito) en la columnita pertinente del cálculo mental y prosiga a sumar mentalmente los dígitos del siguiente orden más la cantidad retenida en dedos y, en consecuencia, borre esta (con puño) de la memoria artificial. Repita este paso con los demás órdenes (decenas, centenas, etc.) situados hacia la izquierda en la columna A. Una vez procesado el orden mayor, anote la cantidad retenida en la memoria artificial, es decir, la que está retenida en dedos.

3.   Verifique la suma. Para tal propósito, sitúe el cursor en la celda A6, pulse el botón de funciones, seleccione la función suma, y presione la tecla <Enter>.

4.   Si los totales no coinciden, usted se ha equivocado al efectuar el cálculo mental (la computadora no falla).

5.   Cambie los datos y repita el ejercicio varias veces hasta lograr no menos de diez aciertos continuos, después de lo cual deberá añadir una nueva línea-sumando y repetir los pasos ya indicados; pero no se sobrepase por el entusiasmo, limítese a tantos sumandos como ítems caben en una columna de la Guía telefónica.

Usted habrá reparado ya en que la bondad de este procedimiento radica en que los totales parciales que se van obteniendo mentalmente nunca pasan de 9, lo cual permite una mayor velocidad. No ocurre lo mismo con el método tradicional, sobre todo si tuviésemos que operar con —por ejemplo— cien sumandos, pues la suma de las cifras de cada columna, si consideramos los acarreos, podría ser superior a 1000, vale decir, sería un freno. Sin embargo no es aquella la única ventaja. Ya veremos después en la segunda fase, según lo hemos ofrecido, cómo hacer para que las anotaciones de la «Suma mental» sean hechas de una sola vez y sin dilaciones (de izquierda hacia derecha) recién al concluir con la suma de todas las columnas.

Aquí es dable reiterar que estas prácticas usted podrá también efectuarlas alternativamente con una calculadora de bolsillo, lápiz y papel; pero, si no coincidieran los resultados, no tendría la ventaja de poder revisar y corregir los sumandos. En otras palabras, no sabría usted si el error lo cometió en el cálculo «mental» o en la digitación de los sumandos.

***

[1] Pierre Herigone (1580-1643), Cursus mathematicus, París, 1634-1637

II          MÉTODO HERIGONIANO

E
ste método proporciona la más eficaz ayuda en casi todos los procedimientos mentales que se nos puedan ocurrir. No solo eso: También da mayor espectacularidad, porque permite ofrecer el resultado, en las sumas y multiplicaciones, de una sola y pronta vez, anotándolo de izquierda hacia derecha; y, en las divisiones, de derecha hacia izquierda.


Veamos en qué consiste este método:


TABLA DEL MÉTODO HERIGONIANO
EQUIVALENTES LITERALES
0
c (sonido débil), ch, s, z, x (sonido de s)
1
d, t
2
n, ñ
3
m
4
r
5
l
6
g, j, h (aspirada), x (sonido de j)
7
c (sonido fuerte), k, q
8
f, v
9
b, p
55
y (sonido consonántico)
70
x (sonido de ks)

















A manera de incentivo, debemos decir primero que la familiarización con los valores de esta tabla llega en la práctica a ser tan clara y de tal magnitud que nos permite hacer traslaciones instantáneas, de textos a números y viceversa, sin ningún esfuerzo.

Como se puede apreciar en dicha tabla, las correspondencias literales están dadas solo con las letras consonantes. También se usan aparte, como complementos, las vocales, pero a entera voluntad nuestra, es decir, en calidad de comodines.

Se trata, entonces, de valerse de esta tabla para memorizar con eficacia números de cualquier cantidad de cifras.

En la introducción habíamos afirmado que la frase «memoria gelatinosa esférica» expresa con exactitud el número 334.651.200.847. Pues bien, como ya conocemos los valores de la tabla herigoniana, podemos demostrar esa aseveración confrontando las equivalencias correspondientes:

Me mo ria      ge la ti no sa      es  fé ri ca
 3    3   4         6   5 1  2   0          0  8  4 7


De igual manera podemos dar ejemplos con el uso de los valores de dos cifras (70 para la X y 55 para la Y). Así, pues, para memorizar el número 55 070 621 es factible formar, entre otras, las siguientes frases:
 Yo      soy      ex i gen te
 55       0          70  6  2 1

E llos      exi gen      té
   55 0       70 6 2      1

 Yo      se co      su      guan te
 55       0   7        0        6    2 1

O el número 30 470, con alternativa:

Mi      Xe rox
 3       0   4 70
Mi se ria      a cuo sa
 3  0  4            7     0

Pero, hagamos más atractivo el aprendizaje del método herigoniano. No intente memorizar de manera directa los valores de la tabla, vale decir, no lo haga por adelantado. Si usted practica las traslaciones con letras de canciones o poemas conocidos, tal como los dos ejemplos que se incluyen a continuación, llegará el momento en que, dentro de esa práctica, sin que usted se dé cuenta, las equivalencias irán surgiendo de manera automática en su mente, haciéndose casa vez más innecesaria la consulta directa a la tabla. En consecuencia, haga usted la cantidad de ejercicios necesarios hasta lograr esa automaticidad.

ejercicios recurrentes
del
método herigoniano

Amor eterno

(Juan Gabriel)

Tú eres la tristeza de mis ojos,                         14051401013060
que lloran en silencio por tu amor.                    755422052094134
Me miro en el espejo y veo en mi rostro,         334250968234014
el tiempo que he sufrido por tu adiós.              51397084194110
Obligo a que te olvide el pensamiento,            956715815920321
pues siempre estoy pensando en el ayer.       900394019202125554
Prefiero estar dormido que despierto,             94840141431710941
de tanto que me duele que no estés.               1121731572010
Como quisiera, ay, que tu vivieras,                  73704718840
que tus ojitos jamás se hubieran                      7106106300942
cerrado nunca, y estar mirándolos.                  0441227014342150
Amor eterno, e inolvidable,                               34142258195
tarde o temprano estaré contigo                      141139420147216
para seguir amándonos.                                   9406432120
Yo he sufrido tanto por tu ausencia,                 550841121941020
desde ese día hasta hoy, no soy feliz.             101010120850
Y aunque tengo tranquila mi conciencia,         2712614275372020
sé que pude haber yo hecho más por ti.         07919455030941
Oscura soledad estoy viviendo,                       0740511018821
la misma soledad de tu sepulcro.                    530305111109574
Tú eres el amor del cual yo tengo                    140534157555126
el más triste recuerdo de Acapulco.                5301401474117957
Como quisiera, ay, que tu vivieras,                  73704718840
que tus ojitos jamás se hubieran                      7106106300942
cerrado nunca, y estar mirándolos.                 0441227014342150


El plebeyo
 
(Felipe Pinglo Alva)
 
La noche cubre ya                                52079455
con su negro crespón,                          72026474092
de la ciudad, las calles                         15011507550
que cruza la gente                                77405621
con pausada acción.                             72901702
 
La luz artificial,                                     55041805
con débil proyección,                            721959455702
propicia la penumbra                             9490592394
que esconde en su sombra                    70721202394
venganza y traición.                              826201402
 
Después de laborar,                             109015944
vuelve a su humilde hogar,                    858035164
Luis Enrique, el plebeyo,                      50247595955
el hijo del pueblo,                                5615995
el hombre que supo amar,                    539470934
 
y que sufriendo está                            70842101
esa infamante ley                                0283215
de amar a una aristócrata                    1342401741
siendo plebeyo él.                               021959555
 
Trémulo de emoción,                           14351302
dice así en su canción:                        100207202
 
El amor siendo humano,                      53402132
tiene algo de divino.                             72561182
Amar no es un delito,                          34202151
porque hasta Dios amó.                       94701103
 
Y si el cariño es puro                           05742094
y el deseo sincero,                              5100204
¿por qué robarme quieren                     94744943742
la fe del corazón?                                58157402
 
Mi sangre, aunque plebeya,                  302642795955
también tiñe de rojo                              139212146
el alma en que se anida                        55327021
mi incomparable amor.                          3273949534
 
Ella de noble cuna                                 55129572
y yo humilde plebeyo,                            5535195955
no es distinta la sangre,                         201012150264
ni es otro el corazón.                             201457402
 
Señor, ¿por qué los seres                      02494750040
no son de igual valor?                            202165854
 
Así en duelo mortal,                               02153415
abolengo y pasión,                                 9526902
en silenciosa lucha                                20520050
condenarnos suelen                               7212420052
a grande dolor,                                       6421154
 
al ver que un querer,                              58472744
porque plebeyo es,                                947959550
delinque si pretende                              1527094121
la enguantada mano                              52621132
de fina mujer.                                       182364
 
El corazón que ve                                  5740278
destruido su ideal,                                 10141015
reacciona y se levanta                           470205821
en franca rebeldía,                                 284274951
que esconde en su humilde faz.             707212035180
 
Y el plebeyo de ayer                             5959551554
es el rebelde de hoy,                             0549511
que por doquier pregona                        7941749462
la igualdad en el amor.                          565112534

Como usted ya lo habrá deducido, estos ejercicios  constituyen por sí solos otra prueba más de memorización. De esta manera, delante de alguien usted puede repletar una página con números (trasladados de letras de canciones o poemas que usted conozca bien), y entregársela a esa persona invitándola a que, al cabo de unos minutos, horas, días, semanas, meses o años, le requiera repetir la anotación que le dio en custodia. Cuando esto le sea solicitado, no tendrá usted más que repetir su acto de anotación inicial. Y si, ante el desconcierto de su interlocutor, este lo retara a usted a memorizar un número (o varios) propuesto por él, acepte el reto reconociendo hidalgamente que así la retención mnemónica es más difícil y, por lo tanto, el número debe estar limitado a ¿diez cifras?, ¿veinte?, ¿treinta? Usted lo decide, según su capacidad de acción adquirida en sus entrenamientos. Veamos las posibilidades de traslación a texto de un número de treinta cifras dado por su retador:


  1. 373 258 217 390 149 203 109 412 531 461
  2. Me comí un elefante como postre apenas me desperté en la madrugada
  3. Mi cama no la vendo como pieza dura buena si me das parte nula en el medio rogado
Las composiciones más ridículas son más fáciles de memorizar. La retención se logra por la continua repetición mental del texto. Incluso, mientras lo hace, puede usted dialogar sobre otros asuntos. Es factible.

***

 (Continuará)







[2] W. T. Greenough: Department of Psychology, University of Illinois.
[3] Ricard, André: Diseño, ¿por qué?, España, Gustavo Gili (Barcelona), 1982.