¿Valioso recurso para poetas?
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pesar de lo reducido del espacio, intentaremos demostrar aquí la hasta ahora insospechada amplia utilidad de los anagramas, aunque sea tan solo como un entrenamiento léxico. Con esa finalidad, es importante, como veremos más adelante, establecer previamente el significado estricto del término «anagrama», e indispensable a la vez determinar su origen.
SIGNIFICADO Y ORIGEN DE LOS ANAGRAMAS
La palabra «anagrama» aparece por primera vez en el DRAE de 1770 con la siguiente definición (en la cual estamos respetando la ortografía y puntuación de la época):
ANAGRAMA. s. f. [1] Trasposicion de las letras de una palabra ó sentencia , de que resulta otra palabra ó sentencia distinta. [2] Llámase tambien así la misma voz ó sentencia , en que se ha hecho la trasposición , como Roma , de amor. Anagramma. saav. Rep. fol. 96. Otros hacian enigmas , laberintos , anagramas , repertorios.
Hasta la 6.a edición (1822) inclusive, el DRAE registra el vocablo «anagrama» como sustantivo femenino (s. f.). A partir de la 7.a (1832) reporta el género como masculino (s. m.); pero, en ninguna de esas ediciones se da la etimología del vocablo. En cuanto a su definición, esta sigue siendo la misma hasta la actualidad, salvo que, desde la 21.a (1992) se incluye una nueva acepción:
3. Por ext., símbolo o emblema, especialmente el constituido por letras.
En cuanto a la etimología, desde la 12.a edición (1844) hasta la 22.a (2001) se da la siguiente:
Del lat. anagramma, y este del gr. ἀνάγραμμα».
No obstante, en el avance de la 23.a se cambia a esta otra (disyuntiva):
Del fr. anagramme o del lat. mod. Anagramma
Y en el Petit Robert (1990) se lee:
Anagramme. n. f. (1571; gr. anagrammatismos, d'apr. monogramme). Mot obtenu par transposition des lettres d’un autre mot (ex.: Marie - aimer).
Hasta donde conocemos, los anagramas han sido considerados por lo general como un medio de entretenimiento. Por eso suelen proponerse, limitados a una o dos palabras, en páginas —presentadas con aquel propósito— de revistas y diarios. Ese es un extremo trivial del uso; en el otro, sabemos de los trabajos del famoso lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913), considerado el iniciador de la lingüística moderna, quien dejó inéditos en ciento quince cuadernos sus investigaciones sobre otras «palabras bajo las palabras» en los poemas de autores latinos.[1]
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