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oy quiero confesar que ayer fui recurrente con mi falso problema: el poema y estrambote que ideé en camino a casa, el cual tenía en mente dedicarlo a don Luis de Góngora y Argote, culterano andaluz, ya lo había olvidado cuando intenté escribirlo. Así estuve pensando durante varias horas. Me sentí algo ofuscado por no embeber mi pluma mientras me vi callando por darle tiempo al tiempo. Yo sé que es mi propósito, tal vez por dejadez, el inducirla a ella a resolver mi amnesia. Cierto es, y así lo anoto, debo reconocerlo. De pronto, su voz bella:
¿Comienzas otra vez a divagar, con todo lo que tienes que decir? No rimes ni pretendas escandir, encárgamelo a mí, ya verás, Zar. Bien sabes que yo ocupo tu lugar al verte en estos trances de zurcir ideas con ideas sin suplir los hilos que te faltan enlazar. Escucha muy atento mi consejo y déjame rasgar sobre el papel los versos de un soneto para Lucho. Te ofrezco que será un poema fiel a lo que él, en su estilo algo complejo, escribió alguna vez. ¿Me sientes ducho?
Para no desairarla, respondí sin retrasos: «Ya puedes proceder». Y en tinta que la aloca, danzó mientras decía que al frente de sus pasos pusiera yo el soneto de Luis «La dulce boca», para el justo cotejo de la fidelidad por ella referida, algo como eslabones de la interpretación y más profundidad de ayuda a los lectores. Bajo esas condiciones, me remito a la letra:
LA DULCE BOCA
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado y a no invidiar aquel licor sagrado que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
¡amantes!, no toquéis, si queréis vida;
porque, entre un labio y otro colorado,
amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas, se le cayeron del purpúreo seno.
¡Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen dél que incitan hora, y sólo del Amor queda el veneno!
LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE
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DULCE ALCOBA
A Luis de Góngora
Cual bruno gas o cóctel que da vida,
¡eh!, te sorprende su tullir manado con droga siria. ¿Quién?: rival y alado, intrigante ejemplar, aquí soez druida.
¿Ostenta ases, misivo? ¿Quién, querida?,
¿Quien bruno o yo, protocolar letrado?
Veranos dame tú en Eros amado
con respaldo y florece, en ristre, fluida.
Orna rosa sensual que en glosa añora
flor radiosa, si queda olaje y rosas y escrúpulo de Rea en Eros pleno.
Y mantenlas no orzadas, no tanosas
que denuncian el quiste-huésped y hora, y no al amor del leve, quedo seno.
Gas griego doy al trueno
y cosecho mil voces tentativas.
¡Tú inténtalo también, sin evasivas!
ZAR
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